Desde pequeño me han enseñado que dar es recibir (no siempre), sentirse bien contigo mismo, descansar y hacer a los demás felices, en la medida de lo posible.
Comulgo con esto desde que tengo uso de razón, inconscientemente, siempre he tenido un 'agujero en la mano' para dar, lo que sea, a los demás, y pocas veces me he sentido bien.
El problema reside en la empatía de los demás. Pocos son capaces de saber mirar a tu persona y preguntarse si ellos harían lo mismo que tú has estado haciendo por ellos, si de repente un día tú necesitaras ayuda, si te la darían sin ningún tipo de contemplación. El todo, a cambio de nada.
Hablando del 'amor' esa empatía a veces es menor que en la amistad. Habemos personas que por decálogo lo damos todo, no miramos si nos van a hacer daño, si van a pisotear nuestras ilusiones y se van a reir de ellas, si vamos a sufrir por un 'amor temprano' o simplemente si nos va a hacer daño una actitud por parte de la persona a la que le estás dando todo, por poco o mucho tiempo que hace que estés con él o con ella.
Somos personas que además de darlo todo sin miramiento, lo damos por simple amor al amor, varga la redundancia.
Ahora hablando de mi persona, soy consciente de que desde pequeño tengo unas carencias afectivas debido a mi niñez, las cuales siempre he intentado suplirlas con la gente de fuera. Tanto con la amistad, de lo que me siento muy orgulloso de tener los amigos que tengo, pocos pero los mejores, como del amor, de lo que todavía me siento aún más orgulloso de haber AMADO tanto como lo hice y lo haré.
Y es en este segundo apartado donde me paro a pensar. Debido a mis carencias afectivas, soy una persona que con poco cariño que me den, me siento lleno, si tengo una persona a la que quiero me doy por completo, no me importa el tiempo que pase con esa persona o si me quiere más o menos, es algo inconsciente.
El problema de dar lo que sea en estos tiempos que corren significa sufrir, matar ilusiones, desmembrar el sentido común, desgranar tu amor propio y arrodillarse a esperar que los demás te den lo que quieran, poco, mucho o nada.
Aún así, seguiré arrodillado y con un nudo en la garganta, esperando a que vengas, y sigas dándome ese poquito que por estos pocos días me ha hecho tan feliz.
Gracias y lo siento.